Europa apunta al oro ruso

Bruselas, 15 jul (Prensa Latina) Europa retoma medidas coercitivas contra Rusia, y luego de seis paquetes de sanciones que incluyen las importaciones de los energéticos, congelación de activos y limitaciones a las exportaciones, ahora es el turno del oro.
La nueva decisión de la Comisión Europea (CE) prohibirá las ventas de oro ruso y con ello busca arreciar las acciones anteriores.
De acuerdo con el comunicado conjunto emitido por la CE y el alto representante Asuntos Exteriores Josep Borrell, pretenden «evitar cualquier posibilidad de incumplimiento y bloquear algunas de las vías de escape identificadas a través de la aplicación de estas sanciones».
Este nuevo paquete deberá ser discutido por los Estados miembros en el Consejo de la Unión Europea (UE) la semana próxima y busca endurecer y extender hasta enero de 2023 las disposiciones del bloque contra Rusia.
Además, propone incrementar los controles de exportación de tecnologías avanzadas y de doble uso y busca alinear las medidas coercitivas de la UE con las adoptadas por los países del Grupo de los Siete (G7), reconoce la CE.
Para Rusia las exportaciones de oro ocupan el segundo lugar, antecedidas solamente por la energía.
En 2020 las ventas del metal dorado ruso supusieron un valor de más de 18 mil 500 millones de euros.
Aunque la Comisión destacó que las sanciones de la UE no están dirigidas contra el comercio de productos agrícolas entre terceros países y Rusia, lo cierto es que el anuncio se produjo justamente cuando se celebraba la primera jornada de debates de los ministros de Finanzas del G20.
En esa cita, que concluyó sin documento oficial, uno de los temas a debate fue la crisis alimentaria que se cierne a nivel mundial y el tema energético.
Desde el inicio del conflicto en Ucrania, Estados Unidos, secundado por la UE y otros países, adoptaron contra el gigante euroasiático más de cuatro mil medidas coercitivas que abarcan casi todos los sectores de la economía.
Sin embargo, la UE aun no se decidió a sancionar el gas ruso del cual son altamente dependientes.
Países como Alemania tienen una dependencia del 40 por ciento, y otras naciones, aunque no en tal magnitud, también requieren ese suministro.
A medida que se acerca el invierno europeo las incertidumbre crecen y una de las opciones que maneja la UE es el retorno al uso del carbón, alto contaminante de la atmósfera y que contradice las normativas del bloque sobre el cambio climático.
Otra opción es importar gas desde Estados Unidos, cuyos costos de traslado y almacenamiento encarecerán su valor.
Al final los más perjudicados son los ciudadanos europeos que ya padecen una inflación de 8,8 por ciento, según datos de junio, y un débil crecimiento económico, pues las previsiones de la CE marcan una leve expansión de 2,7 por ciento en 2022 y 1,5 para 2023.
En tanto, la economía de la UE es particularmente vulnerable a la evolución de los mercados debido a su fuerte dependencia de la energía rusa y el debilitamiento del crecimiento mundial reduce la demanda externa.
Muchas preocupaciones se ciernen sobre Europa, pero, contradictoriamente, las sanciones contra Rusia no cesan, sino que se intensifican.